En este texto, abordamos
el problema de la ciudad expresada a través de palabras de Jane Jacob, problema
derivado en la dispersión territorial, en la segregación de usos, en la masiva
utilización del vehículo privado. Este modelo de crecimiento urbano muy
difundido por Estados Unidos y Gran Bretaña, han hecho mecha en ciudades
Españolas, donde predominan los suburbios de baja densidad monufuncionales, y
fragmentados.
Jane Jacob es defensora
de un tipo de vida urbana que garantice a los ciudadanos el poder elegir. Esas
elecciones son la seguridad e intimidad, aunque contradictorias por sí mismas.
Bien es cierto que cuando escuchamos alabanzas sobre la ciudad, oímos eso de
“una ciudad me aporta el anonimato que deseo”, pues bien es cierto que ese tipo
de libertad ha dejado de existir en las ciudades, ya que es algo muy común
encontrar cámaras o policías “que velen por los ciudadanos” o más bien dejemos
las hipocresías, como hace la autora y llamémoslo vigilancia. Curiosa paradoja
se dan en nuestras ciudades, por un lado el desconocimiento de las personas que
están a nuestro alrededor y por otro el control sobre sus vidas. No obstante,
cuando Jacob habla de que dicha seguridad es buscada con la confianza del
vecindario, en el conocimiento mutuo, no se aleja de la realidad, ya que es
evidente y común por todos como ciudadanos que donde existen mayores espacios
de sociabilización y encuentros, mayores son los vínculos creados.
La autora de vida y
muerte de las ciudades expone que la norma no hace que el civismo o respeto
mutuo entre ciudadanos se dé, si no el hecho de que la gente pueda hacer uso de
un espacio, donde compartir su tiempo, conocer sus diferencias y sus
necesidades. El espacio público es creador de relaciones personales, la falta
de estos espacios hacen que la población tenga miedo a lo desconocido, con lo
cual impide el contacto con sus vecinos y vecinas. Este sentimiento se ve
alimentado con el mobiliario urbano, con el potente imperio del vehículo que
lejos de acercarse a las necesidades de la gente, fomenta el pasar frente al
estar como bien cita la autora.
Un elemento indispensable
para la existencia de tejido social en las calles es la existencia de
comercios, ya que es dinamismo puro para la vía pública. En mejores palabras de
Jacob “la mixticidad de usos, garantiza la mixticidad social y ayuda a evitar
problemas urbanos como la segregación y la inseguridad”.
Otra crítica que
encontramos es aquella utopía que se nos hace ver con la ciudad jardín, ya que
como defiende Jacob, se niegan los contactos efímeros, además de que la
comunicación se da en población muy homogénea, haciendo de estos magníficos
espacios verdes, espacios sin vida y vacios. Otro elemento muy analizado por
parte de la autora del texto es la manera de planificación de las ciudades,
donde las minorías como mujeres o niños son invisibles, ya que se abusa de una
planificación jerarquizada, sin tener en cuenta las experiencias cotidianas y
las necesidades de sus ciudadanos.
Mencionar por último el
importante papel que desempeñan las aceras para la sociabilización de los
niños, estas son una forma de educar, deben ser lugares amplios puesto que
proporcionan seguridad. Citar en este fragmento a Tonucci, quien también hace
una crítica de la estructuración de las ciudades, ya que no cumplen las
necesidades que demandan los niños, quizás esta estructuración hace que los
adultos, los padres de los niños y niñas aparten a sus hijos de la
“peligrosidad de la vía pública”, ¿Cómo lo hacen?, manteniéndolos ocupados en
sitios cerrados o vigilados, como son los campamentos, actividades deportivas…
en definitiva numerosas actividades
extraescolares. No limitamos el uso y la participación de este tipo de dinámicas,
pero sí defendemos el “aburrimiento por el aburrimiento” o la “investigación de
las calles” por parte de los niños en determinadas ocasiones, puede que suene
muy metafórico o imaginativo, pero bien es cierto que todos necesitamos un
desarrollo a todos los niveles, tanto a nivel académico como a nivel de
innovación , creación, de búsqueda por parte de los niños, de aquello que ven
interesante, y sí, digo interesante, porque cuando yo era niña lo más
interesante que me podía pasar en el día era ir de compras a la panadería, a la
frutería etc.., quedar con mis amigos para esconderme por las calles “ocultas”
de mi pueblo, o descubrir casas abandonadas.
No pensamos que los padres ignoren la fuente de riqueza que poseen las
calles, ya que ellos han vivido y han jugado en ellas, quizás el problema como
dice Jacob o Tonucci, es esa nueva estructuración del uso de las aceras, de que
nos sirve tanta vigilancia, tantos parques verdes y llanos, si el niño no puede
divertirse y experimentar en ellos, ya que toda imaginación está dada, por que
donde antes había un neumático que servía como caballo, balancín y trampolín,
ahora hay un caballo con un muelle.
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