martes, 24 de abril de 2012

El espacio público como ideología



Manuel Delgado, en su texto, El espacio público como ideología, nos presenta un análisis de la palabra espacio público y sus usos, desde su tono crítico y muchas veces, irónico.










EL ESPACIO PÚBLICO COMO IDEOLOGÍA

El concepto de espacio público no salía de las cuestiones teóricas pertenecientes a las filosofías políticas entendiéndolo como un espacio-tiempo en el que se organizaba y se procesaba el vínculo social. Asociando el concepto de espacio público al de esfera pública como reunión de personas particulares que fiscalizan el ejercicio del poder y se pronuncian sobre asuntos concernientes a la vida en común. En los años sesenta y setenta, incluso los ochenta, el concepto de espacio público toma valor en los discursos políticos urbanísticos, en tanto que se relacionaba con calle, espacio común. Nada que ver con el concepto vigente. A partir de los años noventa espacio público quiere decir algo más que un espacio en el que todo es perceptible y percibido por la mirada ajena. Este concepto viene cargado, hoy, de connotación política.

El concepto de espacio público va a ser la base donde se intentará materializar y racionalizar la línea democrática de la política actual. Por ello, desde la política se entiende dicho espacio como esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad. Es el lugar de superación de diferencias.

Vemos como este concepto es un eje importante sobre el que giran los discursos de las ideologías ciudadanistas, entendidas como, una radicalización de la democracia. La democracia no solo como modelo político sino como forma de vida. Es esta ideología la que impregna la socialdemocracia, la cual intenta armonizar espacio público y capitalismo para conseguir alcanzar un modelo de explotación sin que los efectos negativos repercutan en la agenda del gobierno. No obstante, el ciudadanismo es también ingrediente principal de movimientos de reforma ética del capitalismo, que mediante la agudización de los valores democráticos abstractos aspiran a paliar las consecuencias del capitalismo, es decir, hacer entender que la exclusión no es algo que deba formar parte de las estructura social sino que es una incidencia que tiene que mejorarse desde la ética.

Es entonces que el espacio público se convierte en  instrumento ideológico-teórico más que empírico, utilizado como mediador entre sociedad civil y Estado. Es pues, un espacio donde se suprime cualquier tipo de antagonismo, donde los enfrentamientos entre clases y sectores se diluyen en metas compartidas. Pero esto no es nada más que un conjunto de ideas ilusorias. Este tipo de estrategias sirve para camuflar todo tipo de exclusión, relaciones de explotación, así como, el papel de encubridores que asume el Estado de cualquier tipo de asimetría social. Este sistema de dominación que nada tiene que ver con la violencia sino con los discursos ideológicos, acaban por provocar en el abstracto ciudadano una naturalización de los métodos y directrices moralistas que el Estado utiliza como forma de dominación. Estas directrices, cada vez más cambiantes, dinámicas y adaptativas, proveen la astucia suficiente para que sus enemigos asuman los argumentos e iniciativas, mutilándoles la capacidad cuestionadora. En efecto, el concepto espacio público es una idea dominante en  un doble sentido: ideas de quienes dominan e ideas concebidas para dominar. Se trata entonces, de un lugar pensado para las buenas convivencias ciudadanas, cualquier uso inapropiado de la plaza, calle,… se denomina incívico.

Como categoría política, espacio público, necesita verse confirmado como lugar, sitio, zona, … en que toda esa ideología teórica pueda ser visibilizada de forma empírica. Por tanto una plaza y/o una calle deben ser escenario don se desmiente todo tipo de asimetría social y donde se representa ese sueño de la equidad y un lugar donde poder llevar a cabo una función integradora y de mediación. El espacio teórico se convierte en espacio sensible y perceptible del que todos pueden apropiarse pero no reclamar como propiedad.

Como figura principal de este espacio público, encontramos al ciudadano que se disfraza de equilibrista que cuidadosamente se desliza por un cable, mientras sujeta la balanza de los principios democráticos. El ciudadano es portador y ejecutante de los principios dominantes. Este transeúnte no posee otra identidad que la de masa corpórea  y éste es abducido por una especie de no-lugar  en el que se abolen las diferencias  y en el que se representa una aparente contradicción. Es en ese limbo donde una sociedad altamente jerarquizada se convierte en un una imaginaria realidad en la que los presupuestos igualitarios de los sistemas democráticos adquiere una presencia palpable. Es el efecto óptico democrático: un ámbito en el que las desigualdades se proclaman mágicamente abolidas, en el que no importa quienes seamos sino qué hacemos. Pero la experiencia real nos ofrece diversas evidencias de que no es así. Todo tipo de estigmas y negativizaciones se coloca en este territorio donde ciertos individuos o colectivos, cuya identidad real o atribuida los define en un estado de excepción del que el espacio público no libera. Es ante esta verdad cuando el discurso ciudadanista y del espacio público invita a cerrar los ojos.

Otra idea que atraviesa este texto, es la contraposición entre público y multitud. Entendiendo público como un conjunto de individuos que asumen una acción conjunta, renunciando al espacio material y conformándose con el vínculo espiritual que los une en conjunto humano. Ese eje cohesionados son las opiniones que comparten unos y otros. En contraposición de la multitud, ese otro personaje colectivo, que se concreta en el espacio material como eje cohesionador que los hace actuar al unísono. El objetivo de estas ideologías ciudadanistas, es   conseguir que las masas irracionales se conviertan en público racional, y que los obreros, y otros miembros de sectores eventualmente conflictivos se conciban a ellos mismos como ciudadanos. Para ello se despliega una especie de valores abstractos de ciudadanía y civilidad que tienen y que son aprendidos y enseñados, por ello existen asignaturas escolares de “educación para la ciudadanía”.

Por último añadir, que el civismo y la ciudadaneidad asignan a la vigilancia y a la actuación policial la labor de llevar a cabo lo que la educación en valores, campañas publicitarias, fiestas cívicas,… no han conseguido, poner orden y disciplinar ese exterior urbano.


jueves, 19 de abril de 2012

Muerte y vida en las grandes ciudades


En este texto, abordamos el problema de la ciudad expresada a través de palabras de Jane Jacob, problema derivado en la dispersión territorial, en la segregación de usos, en la masiva utilización del vehículo privado. Este modelo de crecimiento urbano muy difundido por Estados Unidos y Gran Bretaña, han hecho mecha en ciudades Españolas, donde predominan los suburbios de baja densidad monufuncionales, y fragmentados.

Jane Jacob es defensora de un tipo de vida urbana que garantice a los ciudadanos el poder elegir. Esas elecciones son la seguridad e intimidad, aunque contradictorias por sí mismas. Bien es cierto que cuando escuchamos alabanzas sobre la ciudad, oímos eso de “una ciudad me aporta el anonimato que deseo”, pues bien es cierto que ese tipo de libertad ha dejado de existir en las ciudades, ya que es algo muy común encontrar cámaras o policías “que velen por los ciudadanos” o más bien dejemos las hipocresías, como hace la autora y llamémoslo vigilancia. Curiosa paradoja se dan en nuestras ciudades, por un lado el desconocimiento de las personas que están a nuestro alrededor y por otro el control sobre sus vidas. No obstante, cuando Jacob habla de que dicha seguridad es buscada con la confianza del vecindario, en el conocimiento mutuo, no se aleja de la realidad, ya que es evidente y común por todos como ciudadanos que donde existen mayores espacios de sociabilización y encuentros, mayores son los vínculos creados. 

La autora de vida y muerte de las ciudades expone que la norma no hace que el civismo o respeto mutuo entre ciudadanos se dé, si no el hecho de que la gente pueda hacer uso de un espacio, donde compartir su tiempo, conocer sus diferencias y sus necesidades. El espacio público es creador de relaciones personales, la falta de estos espacios hacen que la población tenga miedo a lo desconocido, con lo cual impide el contacto con sus vecinos y vecinas. Este sentimiento se ve alimentado con el mobiliario urbano, con el potente imperio del vehículo que lejos de acercarse a las necesidades de la gente, fomenta el pasar frente al estar como bien cita la autora.

Un elemento indispensable para la existencia de tejido social en las calles es la existencia de comercios, ya que es dinamismo puro para la vía pública. En mejores palabras de Jacob “la mixticidad de usos, garantiza la mixticidad social y ayuda a evitar problemas urbanos como la segregación y la inseguridad”.

Otra crítica que encontramos es aquella utopía que se nos hace ver con la ciudad jardín, ya que como defiende Jacob, se niegan los contactos efímeros, además de que la comunicación se da en población muy homogénea, haciendo de estos magníficos espacios verdes, espacios sin vida y vacios. Otro elemento muy analizado por parte de la autora del texto es la manera de planificación de las ciudades, donde las minorías como mujeres o niños son invisibles, ya que se abusa de una planificación jerarquizada, sin tener en cuenta las experiencias cotidianas y las necesidades de sus ciudadanos.

Mencionar por último el importante papel que desempeñan las aceras para la sociabilización de los niños, estas son una forma de educar, deben ser lugares amplios puesto que proporcionan seguridad. Citar en este fragmento a Tonucci, quien también hace una crítica de la estructuración de las ciudades, ya que no cumplen las necesidades que demandan los niños, quizás esta estructuración hace que los adultos, los padres de los niños y niñas aparten a sus hijos de la “peligrosidad de la vía pública”, ¿Cómo lo hacen?, manteniéndolos ocupados en sitios cerrados o vigilados, como son los campamentos, actividades deportivas… en definitiva numerosas  actividades extraescolares. No limitamos el uso y la participación de este tipo de dinámicas, pero sí defendemos el “aburrimiento por el aburrimiento” o la “investigación de las calles” por parte de los niños en determinadas ocasiones, puede que suene muy metafórico o imaginativo, pero bien es cierto que todos necesitamos un desarrollo a todos los niveles, tanto a nivel académico como a nivel de innovación , creación, de búsqueda por parte de los niños, de aquello que ven interesante, y sí, digo interesante, porque cuando yo era niña lo más interesante que me podía pasar en el día era ir de compras a la panadería, a la frutería etc.., quedar con mis amigos para esconderme por las calles “ocultas” de mi pueblo, o descubrir casas abandonadas.  No pensamos que los padres ignoren la fuente de riqueza que poseen las calles, ya que ellos han vivido y han jugado en ellas, quizás el problema como dice Jacob o Tonucci, es esa nueva estructuración del uso de las aceras, de que nos sirve tanta vigilancia, tantos parques verdes y llanos, si el niño no puede divertirse y experimentar en ellos, ya que toda imaginación está dada, por que donde antes había un neumático que servía como caballo, balancín y trampolín, ahora hay un caballo con un muelle.

martes, 17 de abril de 2012

Noviembre


En esta entrada vamos proponer lo primero, que veáis la película española, “Noviembre” y en segundo lugar, reflexionar desde ella y desde los temas relacionados con la animación sociocultural.
“Noviembre” es una película española dirigida por Achero Mañas desde la que se nos presenta, como diría el protagonista, Alfredo, la forma de “llegar a aquellos a los que el teatro no llega”, porque es ahí donde hay que aterrizar nuestro trabajo educativo. Tal vez suene extraño o descabellado pensar en teatro sin "el teatro" como edificio e institución física en la que se suelen representar las obras teatrales. ¿Cómo hacer llegar el teatro a aquellos que no van al teatro? Hay varias opciones; llevando a la comunidad al teatro o llevando el teatro a ésta, a los espacios donde esa comunidad suele estar, a esos espacios públicos por donde todos solemos estar de paso: la calle. Es esta segunda opción la que un grupo de jóvenes artistas deciden tomar, mostrándonos así cómo fueron capaces de llevar el teatro a la calle.
Fuera de la trama y el drama de la película, creemos que el planteamiento que el protagonista y el grupo de teatro que se crea puede ser una buena forma y metodología que la animación sociocultural podría utilizar en su trabajo socioeducativo. Es decir, des-institucionalizar el teatro también es hacer teatro. Utilizar los espacios públicos para hacer llegar la cultura a la comunidad es darles uno de los usos para los que son creados. Esta película nos invita a pensar otra forma hacer y pensar el teatro, a dar utilidad o nuevos usos a los espacios públicos y por supuesto a reflexionar sobre la calidad de aquello que está en la calle, no tiene porque ser peor que aquello que encontramos encerrado en espacios especializados, en este caso el teatro.
En nuestra tarea de encontrar la unión entre educación, arte y cultura que en las clases magistrales dialogamos, muchas veces sin encontrar sentido a esa conjunción que la profesora nos intenta explicar, la película Noviembre, nos da pistas, claros ejemplos de unión de éstos tres “elementos” y de los efectos que surgen al unirlos en un espacio público.


viernes, 13 de abril de 2012

Espacio público y ciudad

Desde el texto de Josepa Cucó, Antropología Urbana, analizaremos la ciudad desde distintos enfoques, atravesando por una ciudad globalizada y en la necesidad de investigar algo más que sobre ella.




Según Josepa Cucó es importante analizar la ciudad y preguntarse sobre ella porque es en ella y con ella donde se hilan los procesos de formación y transformación social. Es un escenario de lo que ocurre a nivel global. Como dice también Marc Augé, la ciudad respira, proyecta hacia el exterior y atrae hacia su interior, provoca una serie de flujos que confluyen en las megalópolis de la modernidad. Las ciudades representan la complejidad y la porosidad de los tiempos contemporáneos. Ese complejo de dentro/fuera provoca cambios  inesperados, inciertos y no pocas veces contrarios.
Ahora bien, definir ciudad viene a ser una tarea complicada pero no por ello menos importante o irrelevante. Se encuentran diversas definiciones acerca de ciudad pero ninguna llega a ser completa. Se la definido entendiéndola como dualidad, tipo: comunidad/sociedad, ciudad preindustrial/ciudad postindustrial. Estos enfoques duales son inservibles, pues se evidencia que la heterogeneidad de las ciudades no es divisible en dos campos. Está claro que nos hallamos ante un cambio de estructuración, qué es entonces la ciudad contemporánea.
Según Eduard Soja (200) que utiliza el término postmetróplis o metrópoli postmoderna hay que analizar la ciudad moderna desde una perspectiva  que agrupe la ciudad como conjunto de prácticas, la ciudad como imagen, ideal, símbolo y ciudad como imaginación espacial. Por tanto investiga la ciudad diciendo que  se está produciendo un cambio en la forma en que pensamos la ciudad y la vida urbana puesto que ya no la utilizamos como forma de expresión cultural. Otra cualidad cambiante que observa es la porosidad de ésta tanto a nivel conceptual como material (fronteras). En las ciudades  peligran los vínculos que unen lugares (desterritorialización) y crea nuevas formas de identidad territorial (reterritorialización), las prácticas urbanas nos llevan a las tiendas del centro y a los cines. Como tercera característica de este cambio, encontramos una implosión y explosión simultánea, es decir, la postmetrópolis puede representarse como un producto del proceso de globalización. Lo global se localiza y lo local se globaliza.
En una segunda parte del texto, a través de dos autores Sassen  Castells, se describe la ciudad como un dualismo urbano. En esta línea, Sassen define ciudad global como ese espacio atravesado por la economía y las finanzas, lo que ella llama FIRE, y por otro lado, esta ciudad es influenciada por los nuevos procesos informacionales masivos que tienen mucho que ver con las tecnologías. Este polo de dicha dualidad, esté gestionado por una élite profesional. Quedando así, en el lado opuesto una subclase que depende del otro polo y sus movimientos. Del mismo modo, Castells describe la ciudad informacional como una expresión urbana del proceso de diferenciación económica: una economía formal basada en las nuevas tecnologías de la información frente a la economía informal. Y de forma paralela ocurre la misma distinción en el trabajo: por un lado, una fuerza de trabajo cualificada que proviene de las clases sociales privilegiadas mientras que por otro lado, una fuerza de trabajo descualificada que subyace de una gran parte de la población con un bajo nivel de cualificación profesional al que se le suma otra parte de esta población, los excluidos.
Pero como diría Henri Lefevre, dos términos no son nunca suficientes… il y a toujours l’autre. Es entonces que Soja (2000:230 y ss.) desarrolla el concepto de cosmópolis, presentando la ciudad como un espacio globalizado y culturalmente heterogéneo. Defiende que los procesos  de globalización crean lugares de formación de identidades y de comunidades transnacionales que hacen resurgir nuevas demandas en pro de la justicia social. Estos movimientos urbanos naces de esta subclase que definían tanto Sassen como Castells y que representan a unos habitantes no como recipientes pasivos de la transformación de la ciudad, sino que recuperan su dimensión de actores y sujetos políticos, cuestionándoselos poderes establecidos y representando más que nunca la globalización urbana contemporánea y la adaptación cultural transnacional.
En una tercera parte de este texto, vemos como el autor incide en la idea de no quedarse únicamente en una descripción de ciudad polarizada, a ello añade los procesos de mestizaje e hibridación, entendidos como esa fusión de comunidades que engendran nuevos sentidos de pertenencia. A parte de esa destacada dualidad urbana que da importancia a los movimientos mercantiles y a la comunicación, tenemos que tener en cuenta dos cosas:
  1.  El reforzamiento de los ámbitos locales de actuación y protagonismo de las ciudades como espacios estratégicos en la representación y gestión política.
  2. El papel de la política como factor de transformación de situaciones de exclusión y desigualdad.

El mestizaje añade a nuestra investigación una dimensión política necesaria,  éste no es solo un mercado cultural abierto sino que se construye, a partir de desigualdades, estrategias y contra-estrategias, armadas en torno a los grupos subalternos, como formas de discriminación. Como son los diversos conceptos de ciudadanía y la sociedad civil que nos conducen a temas pantanos como el poder, el clientelismo y la corrupción.
Finalmente Josepa, intenta explicar la ciudad desde la convergencia de tres ejes:

  1. 1)      Relaciones sociales de la ciudad, que intentará explicar mediante cuatro imágenes de la ciudad (c. étnica, c. dividida, c. generizada y c. contestada) Entendiendo por ciudad étnica, una urbe como un mosaico de grupos étnicos que pueden verse desde enfoques dominantes como los que permiten la supervivencia económica y política. La ciudad dividida, constituye una versión más radical de lo anterior, sería una separación racial urbana en hiperghetos. Considera la ciudad generizada como aquella pensada para los hombres donde las mujeres, niños y minorías sobreviven en esta pero no participan de ella. Por último, la ciudad contestada, como procesos urbanos de contestación. Es decir, el acento a veces se pone en celebraciones de rituales que logran invertir simbólicamente la estructura urbana de poder en las calles, otras veces el acento se pone directamente en los movimientos sociales urbanos. Los rituales proporcionan a los ciudadanos reconstruir los vínculos y la identidad social que ha sido resquebrajada por la globalización. Este tipo de prácticas hace que las comunidades redefinan fronteras y se apropien del territorio.
  2. Procesos económicos de la ciudad, centrándonos en tres imágenes. (Ciudad desindustrializada, c. global y ciudad informacional) Como ciudad desindustrializada, se entiende el deterioro de una ciudad a causa del cierre de las industrias como fuente de empleo, debido a las fuerzas de la globlización. Entendemos por ciudad global lo que se explicó anteriormente desde los discursos de la autora Sassen. Tanto Nueva York como Tokio y Londres se han convertido por excelencia en las ciudades globales, donde se mueven las finazas internacionales y empresas y donde todo lo demás queda subsumido en una red de jerarquías de producción y mercados de productos. La imagen de ciudad informacional de Castells confirma la dualidad de la ciudad en la que los flujos globales se oponen al espacio de los lugares. Estamos conectados globalmente y desconectados localmente.
  3. El tercer eje, viene a definir la planificación y arquitectura urbana desde cinco imágenes de ciudad: ciudad modernista, c. postmoderna, c. fortaleza, c. de la memoria y c. de tamaño medio. Como ciudad modernista se entiende  la ciudad con carácter colonial, en la que a través de la construcción de modernas tecnologías arquitectónicas se construyeron nuevas sociedades, adoctrinadas y planificadas racionalmente. La ciudad postmoderna, es considerada la ciudad de los no lugares, una ciudad imaginada. Entendemos ciudad fortaleza, como la imagen extrema de la ciudad de la última modernidad, una ciudad donde se ha destruido el espacio público, se ha militarizado y segregado dualmente. Las clases altas se fortalecen, mientras se recorta en programas educativos, sanitarios, sociales adoptando políticas de seguridad penal. Esto provoca un aumento de la violencia y los conflictos. La ciudad memoria nos recuerda que todas las ciudades se someten a cambios de imagen que rompen lo tradicional. Estos cambios suelen ser el resultado de políticas urbanas que buscan difundir imágenes de modernidad y dinamismo. Cuando hacemos referencia a las ciudades medias nos referimos a cómo se ha perdido el interés de las ciudades medias, han quedado sepultadas por el alud de estudios sobre las megalópolis contemporáneas.




miércoles, 11 de abril de 2012

VERBO




La película dirigida por Eduardo Chapero-Jackson  en 2011, bajo el título “Verbo”,  nos cuenta la vida y la muerte de Sara, una adolescente encerrada en la prisión de su propia existencia. La falta de comprensión del mundo de los adultos, el abandono acelerado de la infancia, la incertidumbre de sentirse amada y el fracaso escolar en un grupo de iguales que no la entienden, se mezclan con la desesperanza de habitar una ciudad gris que poco a poco destruye todo lo que ella sintió un día como bonito. Sólo un artista de la calle (un grafitero  que se hace llamar “Líriko”), parece comprenderla y comunicarse con ella mediante mensajes en sus grafitis. Sin embargo, eso no es suficiente para Sara, que decide suicidarse. Sin embargo, la muerte no es un lugar como ella lo esperaba, sino que se encuentra en un lugar en el que todos y cada uno de sus habitantes (entre ellos, “Líriko”), mueven hilos invisibles a personas poco importantes para la sociedad en la que viven con una única finalidad: cambiar el mundo.

            Después de luchar contra sus propios miedos, Sara descubre que su verdadera arma es la palabra, por lo que adopta el pseudónimo “Verbo”. Justo en ese momento, descubre que todo lo vivido ha sido una fantasía, que ella aún no se ha suicidado y que, por lo tanto, sigue viva. Con una diferencia: conoce su fuerza. La palabra pacífica como paso intermedio para hacer del mundo un lugar mejor. Su frente de actuación comienza a ser su propio barrio, en el que hace pequeñas revueltas pacíficas con un mensaje en común: “Devolvednos la belleza”.

            Tras finalizar de ver la película, me paré a reflexionar en cada uno de los rasgos que podrían convertirla en una película relacionada directamente con la Educación Social. Voy a rechazar el hecho de que trate una temática de problemática social, ya que parecemos condenados a ver este tipo de películas únicamente. Me refiero, más bien, a cómo los personajes llevan a cabo tareas tales como la generación de contextos. El papel de “Líriko” en la primera parte del film no es otro que ese precisamente: poner y disponer en el contexto de Sara, distintos mensajes o acciones que la encaminen hacia un fin. La segunda mitad de la película, este mismo personaje hace un acompañamiento a Sara, en la que le muestra cómo debe actuar en cada situación de ese nuevo contexto en el que está viviendo.

            Al regreso de Sara al mundo de los vivos (convertida en “Verbo”), comienza a encaminar acciones que más se podrían considerar propias del animador sociocultural: fomentar el uso de los espacios públicos como un lugar de participación activa, un lugar de ciudadanía que todos debemos cuidar y en la que debes respetar y entender los modos de vida de las personas que no son como nosotros. En definitiva, busca crear una ciudad a la que se le devuelva la belleza.

            Ahora vivimos tiempos de incertidumbre. Tiempos en los que la velocidad de avance hacia un futuro incierto nos hace dar más valor a lo material que a lo humano. Momento en el que, por situaciones de diversa índole, tales como políticas y económicas, se vuelve a extender la xenofobia y el desprecio al diferente. Por favor, hoy más que nunca: “DEVOLVEDNOS LA BELLEZA”.

jueves, 5 de abril de 2012

La noción de inclusión y de ciudadanía en Educación Social.


La autora Rosa Marí Ytarte, en su texto, Noción de inclusión y de ciudadanía en Educación Social, nos invita a reflexionar con ella sobre, en primera instancia, el concepto de globalización y su influencia en las políticas sociales, en la Educación Social como profesión y en el concepto de ciudadanía.














LA GLOBALIZACIÓN COMO IDEA Y COMO RETO DESDE UNA PERSPECTIVA EDUCATIVA

La globalización como concepto cuesta algo definirla, puesto que es algo fetiche, es utilizada en múltiples discursos tanto para temas sociales, educativos, económicos o políticos. Utilizamos este concepto como la causa de todo lo que acontece, como si fuera una palabra de uso obligatorio y un invitado molesto que da la explicación y la justificación a multitud de problemas.

¿Qué es entonces la globalización? Podemos entenderlo como un proceso económico, social y cultural a escala planetaria que incorpora, además del intercambio económico y la inmediatez en la comunicación, la hegemonía de las formas y contenidos de la cultura.
En este sentido, la reflexión educativa que nos plantea el proceso de globalización no sería tanto como combatirla, sino más bien como democratizarla o diversificarla en múltiples direcciones. Es decir, cómo ocupar el espacio público para elaborar y producir cultura, apropiándose tanto de los contenidos como de los medios de difusión cultural. Esto tiene que ver con las políticas y las prácticas sociales, culturales y educativas que se desarrollan en un lugar. La reflexión por tanto de la Educación Social y su propia práctica atraviesan tres ejes articulados alrededor de la idea de igualdad y ciudadanía:


  1. En primer lugar, fomentar procesos educativos utilizando la mundialización como motor o fuente de impulso de nuevas formas de comunicación e intercambio que favorezcan la participación de individuos y territorios a las redes globales.
  2. En segundo lugar, favorecer una acción educativa que  promueva el tránsito por las múltiples fronteras de la diversidad cultural y social, legitimando su valor como patrimonio humano común y poder proyectarlo.
  3. En tercer lugar, entender la educación como un proceso de inclusión a la sociedad mediante proyectos personales de vida que  hagan asimilar valores como el de ciudadanía y civilidad.
Con esto queremos señalar los itinerarios y los principios desde los que orientar la acción educativa y favorecer, con ello, la creación de otras narrativas sobre la mundialización y lo que ésta significa.

GLOBALIZACIÓN Y POLÍTICAS SOCIALES: CUANDO TODO ES EMPRESA

Otro de los términos relacionados con la Educación Social y sobre el que nos centraremos en este párrafo, es el de política social. Entendemos política social como aquella acción pública que incide en los aspectos que tienen que ver con el bienestar de los individuos de un territorio. Por tanto estas políticas deben promover, además de unas condiciones mínimas de bienestar, la capacidad de los ciudadanos para actuar e implicarse en la vida social, política de forma activa.
Del mismo modo que explicábamos en el apartado anterior, el concepto de política social es atravesado por ese otro concepto, globalización. Ha modificado entre otras cosas, las propuestas teóricas sobre la sociedad del bienestar que tienen como eje las políticas sociales.
Como sabemos, la idea de Estado del Bienestar tenía como objetivo el pleno empleo, servicios sociales universales y mantener un mínimo de calidad de vida para todos los ciudadanos. Ante este discurso de Estado del Bienestar encontramos diferentes corrientes que se oponen a ella y que de alguna forma han influido en la definición de políticas sociales:

1) En primer lugar, las políticas sociales eran criticadas porque ponían en peligro el desarrollo económico y limitaban la iniciativa empresarial.

2) En segundo lugar, la relación coste-resultados no era satisfactoria.

3) En tercer lugar, dicho modelo sobrecarga al Estado, el cual está incapacitado para responder a todas las problemáticas sociales.

Por este motivo se han producido modificaciones en lo que se entendía como política social:


  1.       La privatización de los servicios de bienestar social.
  2.       Reducción del gasto en inversión social.
  3.       La introducción del mercado en las políticas sociales
  4.       Un largo etc.

Evidentemente, todo esto está altamente relacionado con la Educación Social, puesto que es una de las profesiones sociales que se ejerce en dichas políticas. Esto nos hace pensar que trabajar en estas políticas sociales es reproducir un modelo que aplica de forma indistinta las mismas premisas para la vida económica que para la vida social.

CIUDADANÍA Y EDUCACIÓN SOCIAL EN LAS SOCIEDADES DEL BIENESTAR

La noción de ciudadanía en este punto será la clave con la que pensar la acción educativa ante las problemáticas sociales y culturales que plantea el mundo globalizado. Pues se constituye como marco teórico desde el que orientar la práctica educativa. La ciudadanía es un proceso que hay que construir como un derecho, para que esto ocurra es necesario unos mínimos civiles y sociales porque si no caeremos en un discurso ciudadanista sobre la participación y la democracia. Estos son algunos de los efectos negativos:

1)   La individualización de la pobreza o exclusión social como un problema personal y no como consecuencia de las desigualdades sociales.
2)   Entender la ciudadanía como un conjunto de acciones paliativas mediante la asistencia y la acción positiva.
3)   Entender la ciudadanía como aquellas acciones del ciudadano orientadas a la consumición de recursos sociales y culturales.

Ciudadanía desde la perspectiva jurídica-política puede entenderse desde el Estado del Bienestar  se entiende como provisión universal de derechos civiles, sociales y económicos en términos de igualdad. Pero el término ciudadanía también hace referencia al derecho de la particularidad, derecho a la propia identidad y propias formas de pertenencia. Es decir, el rechazo de la uniformidad cultural y social, como si solo hubiera un itinerario de participación cultural y social.

Por tanto podríamos decir, que la ciudadanía tiene que ver con el acceso a bienes sociales, el acceso al mercado y la posibilidad de igualdad social, es decir de participación efectiva en la comunidad de referencia. Incluyendo, también, el derecho a ser reconocido como ciudadano en un lugar.

Por tanto, desde la Educación Social podemos construir alternativas que impliquen un cambio conceptual de la condición de ciudadanía, que como dice Pilar Aznar (2007:43) es avanzar en cinco ejes:



  1.      Ciudadanía democrática, entendida como justicia social.
  2.      Ciudadanía social, compromiso con las generaciones futuras, lucha por la exclusión, educación para la solidaridad.
  3.      Ciudadanía paritaria, lucha contra las desigualdades y el derecho a la cultura y educación.
  4.      Ciudadanía intercultural,  respeto a la identidad en la diversidad.
  5.      Ciudadanía ambiental, responsabilidad con el medio ambiente.

CULTURA Y ESPACIO PÚBLICO COMO TAREA DE LA EDUCACIÓN SOCIAL

En este apartado pondremos a converger ciudad y ciudadanía, dos dimensiones que creemos deben fusionarse en primer lugar en las políticas urbanas, legitimando la ciudadanía como estatuto y su relación como un principia ideal. Para ello, las sociedades como dice Valcárcel, no pueden abstenerse de la educación para el desarrollo de la ciudadanía, ya que es la acción educativa la que permite inscribir esos principios en un marco social.
La relación existente entre ciudadanía y educación no es solo el mero hecho de enunciar principios y derechos de carácter valorativo, sino también articularlos con la práctica concreta y los itinerarios de vinculación y participación. Por ello a través de la Educación Social en relación con ciudadanía contemplamos tres ejes, considerados como contenidos educativos básicos en la Educación Social, necesarios para favorecer el espacio público como lugar de expresión de ciudadanía:


  1.      Ciudadanía como convivencia, es decir, asumir responsabilidades con respecto al otro, reconociéndolo como un igual. Esto se consigue desde una construcción educativa de la ciudadanía y la igualdad, para poder exigir así, unas reglas comunes compartidas.
  2.    Ciudadanía y cultura. Desde la pedagogía social se hace referencia a la ciudadanía y la cultura, entendidas en tanto que espacios educativos abiertos a la experiencia y a la participación. No es por tanto, la cultura algo ya acabado, sino principalmente es una cultura en construcción que se nutre de diversas aportaciones.
  3.       La ciudadanía como desarrollo comunitario nos remite a una acción educativa centrada en potenciar espacios públicos, recursos y servicios de calidad para todos los ciudadanos.
Por tanto una ciudadanía plena, implica una ciudadanía de calidad en todo aquello que atañe a la cultura, los equipamientos, los servicios y la convivencia. En este sentido, podemos entender la ciudad como lugar para la igualdad de oportunidades, la participación y la democracia cultural.