“Cuentan que Picasso estaba almorzando
con unos amigos en un café de Francia, y a la hora de pagar, todos lo miraban
mientras él no paraba de realizar un dibujo en una servilleta. Cuando lo
terminó, la camarera le pidió que si se lo podía firmar. <<No mademoiselle, pretendo pagarte el
almuerzo, no el local>>, contestó él.”
Con
esta anécdota, da comienzo un documental en el que se intenta explicar el peso
de la cultura y el arte en la sociedad. Para ello, se remonta al año 1929, en
el que el “Crack” económico, la sucesiva crisis y las guerras, convierten el
arte de vanguardia en un modo de expresión del descontento. “El arte, nunca es
inocente”, nos recuerda la narradora. Una forma de expresión artística y
cultural que marcó una época mediante símbolos concretos que no han pasado de
moda, y una prueba de ello, son marcas de coches que desarrollan modelos
llamados “Picasso”, o eslóganes y marcas que hacen referencia a Miró.
En
1931, la Segunda República se impone como forma de gobierno en España. La mayoría
de la población es analfabeta y, los republicanos, entienden la educación como
la fuente del cambio social, por lo que promulgan las Misiones Pedagógicas. Obras
como “La Barraca”, de Federico García Lorca, son representadas por los pueblos españoles
por grupos de teatro y en 1933, se celebra en Madrid la primera Feria del Libro.
Sin embargo, esta utopía cultural no puede mantenerse, debido a la época de
tensión que experimenta el país. Así, en 1936, una parte del ejército se levanta
contra la República, dando pie a fusilamientos de personajes emblemáticos de
ambos bandos. Entre los fusilados se encontraba García Lorca. Esta dramática
muerte, lleva a su amigo Manuel de Falla al exilio voluntario a Argentina, en
el que comienza su obra inconclusa “La Atlántida” y comenzando una experiencia
de exilio masivo por parte de los artistas y pensadores españoles.
En
cuanto a Picasso, fue nombrado el director del Museo del Prado. A la vez, le
encargan un mural propagandístico para exponerlo en el Museo Internacional de
París, que acepta aunque no sabe demasiado bien que representar. Con el
estallido de la Guerra, el museo del Prado se convierte en un objetivo de la
aviación, por lo que se comienza una labor de rescate de los tesoros del museo,
ya que, incluso el propio Azaña, cree más conveniente salvar los cuadros a la
República. “El poder sobre el arte, nunca es inocente”.
El
26 de Abril de 1937, la aviación alemana bombardea la ciudad de Guernica. Es el
primer asalto sobre población civil. Picasso, a través de la prensa, conoce la
noticia y su famosa obra “El Guernica”, que se exhibe en el Museo Internacional
de París como el mural encargado. En ese momento, El Guernica ya era un
símbolo.
En
1940, Hitler viaja desde París para encontrarse con Franco. Franco, lleva un
regalo a Hitler para mostrarle el poder español: La Marquesa de Santa Cruz, de
Goya. Este cuadro se perdió, aunque se logró recuperar 20 años después. Desde entonces,
podemos encontrarlo en el Museo del Prado. En aquella época, Eugenio Dors,
repatrió los tesoros del Prado, aunque la propaganda franquista, atribuyó la
salvación y recuperación de las obras al gobierno.
Al
finalizar la Guerra Civil, el teatro queda desierto como consecuencia de la
lucha de Franco contra los intelectuales. Miró regresó en el 41, Manuel de
Falla, escogió el exilio, volviendo únicamente sus restos una vez él hubiera
muerto. Picasso es una figura inalcanzable para el Régimen. Dalí, una figura
internacional que no queda más remedio que soportar. El Régimen comienza a
entender el arte como forma de apertura, sin embargo, en ningún momento
aparecen los autores de las obras. En 1951, se funda el Instituto de Estudios
Norteamericanos, gracias a la consideración del arte como embajador del país. Eso
sí, lo que el régimen considerase arte.
Llegará
el momento en el que Carrero Blanco y Florentino Pérez, soliciten el regreso de
El Guernica a España, sin embargo, Picasso pide a cambio la República. En los
años 60 y 70, la cultura es una militancia. En el 73, Picasso muere en París.
El Guernica espera en el Moma la llegada de la democracia a España. Pero en
1974, Tony Shafrazi pinta con un spray rojo sobre el cuadro, por
lo que la prensa comienza a reclamar el regreso a España de la obra.
Tras la muerte de Franco, el
arte politizado encuentra su fin. La izquierda pide al pueblo un compromiso
militante. Los exiliados regresan y se promulga la libertad de costumbres,
dando lugar, por ejemplo, a “La Movida
de los 80”, que los movimientos políticos de izquierda utilizan para atraer
votantes mediante la cultura.
El 10 de Septiembre de 1981, El
Guernica regresa a España, custodiado de forma extrema. Con la feria “Arco”, se
comienza a instruir a España en el arte, ya que no se tenían infraestructuras,
ni conocimientos, etc. Sin embargo, la falta de apoyo, la aparición del Sida o
el consumo de drogas, llegan al desengaño artístico por parte de la población. En
paralelo, El Guernica vivía su último traslado. Esta vez, al Museo Reina Sofía,
en el que sigue.
Actualmente, el arte se inscribe
en un sistema capitalista. Los museos se convierten en centros comerciales. Poca
gente acude a ellos para disfrutar de la experiencia espiritual del arte, sino
más bien como un pasatiempo al que debemos asistir “porque dicen que es bonito”.
Hoy en día, el éxito de un museo se basa en sus tickets vendidos, y no en las
experiencias que en él ocurren.
Para finalizar el documental, se
pregunta a los entrevistados qué entienden por cultura. Personalmente, no nos
sorprende la falta de acuerdo en las respuestas, sin embargo, algunos rasgos
que creemos importantes son “lo que no es mercado”, “el arte”, “lo que vivimos”,
“las razas”, “la identidad humana”, “elementos simbólicos para entender el
mundo”, “lo que eleva y hace feliz” y, la que más nos ha representado, “lo que
construimos y a la vez nos construye”.