De lo
expuesto, se puede sustraer que los equipamientos de proximidad, aparecen como
respuesta a profundas transformaciones sociales, por lo que se pueden destacar
tres finalidades políticas: servicios con tendencia al Estado de bienestar;
casa común para todos los colectivos y entidades, así como contenedor de
iniciativas y proyectos; y, por último, como constructoras del tejido social,
el fortalecimiento de la sociedad civil, etc.
Una posible
vía de análisis tipológico de los equipamientos, es la que responde a la
síntesis de los modelos básicos, partiendo de la tensión entre sus cuatro
políticas de referencia: las políticas de lo social, que evolucionaron de la
beneficencia al desarrollo comunitario;
las políticas de lo educativo, que evolucionaron de la instrucción pública a la
educación integral; las políticas de lo cultural, que lo hicieron de la cultura
patrimonial hasta la democracia cultural; y las políticas de lo político, de lo
general, comprendiendo una amplia gama de estrategias y tendencias.
En la encrucijada de lo social y lo
educativo, destacan las Universidades Populares alemanas, donde las actividades
de apoyo y reciclaje profesional y las ofertas de ocio y tiempo libre, se hacen
desde una propuesta educativa. Las Universidades Populares españolas, en los
años 80, se centran en la formación permanente y continuada de las personas
adultas. Respecto a la encrucijada entre lo educativo y lo cultural,
encontramos los Centros Artísticos Comunitarios de Reino Unido, con la misión
de reducción de las distancias entre los creadores y los espectadores de la
experimentación artística. En la encrucijada entre lo cultural y lo político,
destacan las casa de la cultura de Francia, con el objetivo de transformar un
privilegio en un bien común, descentralizando y democratizando la cultura. Por
último, en la encrucijada entre lo político y lo social, destacan los centros
cívicos del centro y el norte de Italia (gobernados por la izquierda), que
persiguen la descentralización y participación ciudadana, reduciendo la
distancia entre las instituciones y la comunidad. Estos centros, compartían las
instalaciones con una amplia gama de servicios sociales, educativos y
culturales.
Haciendo referencia al presente,
encontramos el carácter local de los equipamientos de proximidad en España. Por
otra parte, se encuentran denominaciones dispares para equipamientos más o
menos similares. Por lo que respecta a continentes y contenidos de los
equipamientos, en España obedecen a cuatro situaciones básicas: continentes
unitarios que albergan contenidos únicos; continentes unitarios que albergan
contenidos múltiples; continentes múltiples que albergan contenidos múltiples,
segregando el uso de determinados espacios para determinadas actividades; y
contenidos múltiples albergados en continentes múltiples, pero que gozan de
cierta tendencia para integrar los espacios y funciones en su programa.
Por otra parte, el nombramiento de
equipamientos, intentan responder a la combinación de cuatro significaciones.
Por un lado, la tipología formal: espacios con una función determinada. Por
otro, la orientación de la política de las actividades y servicios que allí se
producen. En tercer lugar, la que acota la relación entre contenido y
continente. Y en cuarto lugar, la que apunta a un ámbito al cual se proyecta la
actuación.
Para estudiar la geografía de la
proximidad en España, podemos ver como la población no constituye un factor
básico de planificación. Normalmente, observamos un equipamiento por municipio,
salvo en las localidades más grandes, donde se da un equipamiento por barrio o
distrito. Sin embargo, el número de población no es tan determinante. Así
mismo, existe la tendencia a concebir el equipamiento como un contenedor, es
decir, equipamientos cuya función es dar cabida a colectivos o proyectos.
Podemos, así mismo, encontrar las casas de cultura como el modelo de
equipamiento de proximidad más extendido. Para ser exactos, el 53,2% de los
equipamientos de proximidad españoles son casas de cultura. Cabe destacar, que
en las grandes ciudades, los centros cívicos desempeñan un papel fundamental,
sobre todo en los municipios con una población superior a 100.000 habitantes.
Centros cívicos. Una experiencia compartida.
A pesar de la ciudad está compuesta
por individualidades, éstas se aglutinan en torno a espacios públicos y
servicios comunes. La ciudad próxima, reclama una red colectivizadora del
territorio, sólo así se consigue una colaboración y reciprocidad entre el ciudadano
y su Administración.
Debemos pensar y ver la ciudad como
un espacio para la integración y la solidaridad. De relación y de cohesión
social. Es muy frecuente ejercer la ciudadanía de un modo pasivo, sin disfrutar
los valores y matices que la atesoran. Así, el centro cívico, actúa como
dispensador de servicios de la comunidad ciudadana. Se puede entender como “la
prolongación de la plaza pública”, un espacio de aprendizaje permanente sobre
cómo vivir en común con la realidad.
Centros cívicos, la república entre asociaciones ciudadanas y
Administración municipal.
Los centros cívicos nacen de la
necesidad de aunar a las asociaciones de ciudadanos y municipio, para dotar a
los barrios de espacios comunes. Para eso se necesitan agrupaciones de
personas, antes que de piedras (construir grupo antes que edificios). Con el
nacimiento de estas asociaciones, éstas reivindicaban frente a la
Administración, y a la vez dependían de sus subvenciones. La Administración,
entonces, se hizo cargo de todo. Con el resultado, tanto la Administración como
las asociaciones perdieron. Hasta mediados de los ochenta, en los que la
Administración se apropia de los centros cívicos, estos funcionaban bien. Desde
entonces, los centros cívicos se limitan a hacer talleres y a enfocar lo
cultural al entretenimiento y el espectáculo. Así, los ciudadanos abandonan
poco a poco los centros cívicos.
Cuando, a medidos de los noventa, las
asociaciones de ciudadanos vuelven a retomar las propuestas, esta vez lo hacen
desde una perspectiva de proponer, diseñar y plantear retos concretos. De esta
forma, volvieron a entrar en los centros cívicos, abriendo nuevas vías de
relación con la Administración, entendiendo los centros cívicos como una
“república (res pública, casa común)
entre asociaciones ciudadanos y Administración municipal”.
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