miércoles, 16 de mayo de 2012

La Educación Social en el municipio: Cultura y Participación Social. Desarrollo Local y Proceso de Participación Ciudadana. Rosa Marí Ytarte.



La participación social hace referencia a la democratización de las relaciones, la toma de decisiones y la ordenación de la vida pública en cada nivel institucional. Aunque muchos ayuntamientos llevan a cabo iniciativas de participación a nivel local, el recorrido es corto a nivel nacional. La participación debe plantearse desde estrategias a largo plazo ya que, en ningún caso, se puede improvisar. Una actuación puntual o sin preparación, puede resultar meramente decorativa. Este proceso, ha de afectar a la Educación Social por dos motivos: la participación requiere, como decíamos, de una programación previa; por otro lado,  en su ejecución, la participación requiere de la práctica educativa. La tarea educativa a largo plazo, requiere plantearse tres cuestiones previas: sobre que ámbitos o proyectos quiere desarrollarse la participación, con qué agentes sociales va a llevarse a cabo y cuáles serán las acciones metodológicas necesarias para su ejecución.
El desarrollo de la participación en un municipio debería promover acciones en distintas direcciones: Implicar al municipio en redes de participación interlocales; crear un sistema estable de participación y toma de decisiones en el municipio; y generar proyectos específicos de participación en áreas o problemáticas concretas de la ciudad.
            Un ejemplo de red interlocal de participación, es la “Agenda 21 de la Cultura”. Su finalidad es conseguir una red de servicios culturales a las ciudades, entendiendo la cultura como un factor de desarrollo humano. Algunos contenidos de esta, enfocan la ciudad como un lugar donde se hacen muy visibles los efectos de la globalización, en forma de exclusión, desigualdad… y a la vez el lugar donde pensar conjuntamente lo social y lo cultural. Este documento, consta con una serie de principios, compromisos y recomendaciones: democratización de la cultura: acceso a la cultura, derechos y deberes culturales; democracia cultural: diversidad cultural, diálogo intercultural, inclusión social; gobierno de la ciudad: participación, transversalidad de la cultura; sostenibilidad cultural: memoria, patrimonio, territorio, espacio público; y, por último, economía de la cultura: creatividad, innovación, cultura como generador de riqueza. Así mismo, para lograr la participación activa de todos los ciudadanos, propone una serie de fases de trabajo: una primera fase de análisis de la realidad; una segunda fase de elaboración de las propuestas de acción; y una última de ejecución y evaluación del proyecto.
            Los equipamientos socioculturales de una ciudad, se pueden entender como un espacio de participación ciudadana, orientándose así en tres sentidos: dinamización global de la comunidad: asociaciones, proyectos artísticos y culturales, acogida de nuevos vecinos…; la difusión y creación cultural: una cultura hecha con los ciudadanos; y participación y vida social: favorecer las interrelaciones, reducción de las desigualdades, participación social en todos los niveles...
            El centro sociocultural o cívico, junto con las bibliotecas y las escuelas de arte, entre otras, se encargan de desarrollar el plan de acción cultural a través de dos acciones: la programación cultural del municipio. Esta programación debe contemplar las tres dimensiones de la cultura (difusión, expresión y formación); y la participación ciudadana y el asociacionismo. Como modo de organizar estas acciones, se debe pensar las áreas temáticas de trabo, y por otro los espacios y recursos del centro.
            Los criterios de organización de la programación del centro sociocultural tienen que desarrollarse entre las diferentes áreas y los distintos públicos. Algunos de estos criterios son: crear una programación intergeneracional que favorezca el encuentro entre edades; una programación que favorezca el encuentro entre colectivos; que contemple una amplia diversidad de temas y ámbitos; que incorpore una programación anual estable y cotidiana; que posea una programación que combine los servicios estables y de libre acceso individual, con las actividades grupales y las actividades generales de difusión cultural; una programación que se pueda conocer mensualmente por los ciudadanos.

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