Encontramos
en estas líneas de Roberto Gómez, Acción pedagógica en organizaciones
artísticas y culturales, un recorrido histórico por las políticas
educativas y culturales y cómo cada vez estos dos conceptos necesitan ir de la
mano uno del otro. Además, nos propone una serie de prácticas que hace visibles
mostrándonos unas experiencias de ejemplo.
Este
texto puede ser dividido en tres partes, una primera donde se hace un recorrido
histórico en torno a los cambios de políticas culturales y educativas que se
nos han ofrecido desde el Estado del Bienestar hasta hoy día. Una segunda
parte, en la que se analiza el concepto de globalización y su influencia en la
educación y en la cultura. Por último, desde una sección de “asignaturas
pendientes” se nos convoca a pensar y completar unas posibles prácticas con las
que empezar a caminar como educadores sociales o promotores culturales.
En
esta primera parte en la que se explican las políticas educativas y culturales
y su recorrido histórico comenzaremos diciendo que es a partir del
establecimiento del Estado Moderno (nacido de revoluciones burguesas y de
ilustrados) cuando observamos las primeras políticas culturales y educativas.
Primeras, en tanto que son públicas y políticas, en tanto que conforman un
modelo universal pues sus estrategias seguían la normativa, la línea de la ley,
como si de algo medible se tratase. Los criterios de intervención de estas
políticas se basaban en la eficiencia (rendimiento de los recursos
establecidos). Estas dos políticas nada tenían que ver una con la otra, es
decir, en ese momento sus relaciones eran nulas, pues la educación se refería a
instrucción y cultura al patrimonio cultural.
Posteriormente, con la llegada del Estado del
Bienestar y su noción de servicio público como estrategia, se produjo un cambio
en lo referente a educación, entendida ahora como formación permanente y por
cultura, democratización cultural, es decir, acercar las artes a los
ciudadanos. De esta manera se establecía un punto de relación entre ambas
políticas, desde una perspectiva de recurso, es decir, las casas de culturas se
llenaron de público escolar. En este caso los criterios de intervención eran
guiados por la eficacia de los objetivos. Pero este Estado del Bienestar
últimamente vemos como se está resquebrajando por agotamiento, pues los
recursos son limitados. Por tanto hay que repensar y replantear un modelo que
modifique el anterior y sus fallos.
De ahí surge el nuevo concepto de Estado
Relacional, que se materializa en políticas culturales ya no como una
democratización de la cultura sino como una democracia cultural, cuyo objetivo
es implicar a la ciudadanía en el desarrollo de su propio entorno, entendiendo
ahora por cultura no solo las bellas artes sino algo más amplio. Resurge en
políticas educativas el concepto de ciudad educadora que mucho tiene que ver
con el actual proyecto de una educación integral. Los criterios de intervención
de estas políticas se basan en la efectividad, es decir, en el impacto en el tejido social, ya no tanto
si cumple o no los objetivos establecidos de antemano. La relación que se establece
entre estos dos conceptos, educación y cultura se hace cada vez más estrecha,
incluso de solapamiento.
Pasamos
pues a la segunda parte del texto, introduciendo un nuevo término,
globalización. ¿Será la globalización quien acabe con la cultura y la educación?
Es
cierto que se están produciendo transformaciones económicas, tecnológicas y
sociales y lo más grave, que puede acabar con la educación y la cultura, o al
menos en lo que entendíamos por ellas. En este nuevo contexto de cambios en la
producción y organización social, ni el conocimiento ni la cultura se quedan en
los márgenes periféricos. Sino que se convierten en ejes claves. Qué es sino lo
que mueve internet si no la cultura. Estamos pues ante la sociedad del
conocimiento. Por ello, trabajar por la ciudadanía culturalmente activa es algo
que tiene que ver con ayudar a transitar la maraña informacional, transformar
esa información en conocimiento. En el ámbito de la educación también se han alterado esquemas. Lo que nos
pone a reflexionar sobre las relaciones que existen entre cultura y educación y
la importancia de la una y la otra. Debemos empezar a considerar la cultura como el método de la educación y
la educación, en consecuencia, el contenido de la cultura, pues la cultura
tiene grandes poderes para hacer las cosas legítimas.
La
última sección de este texto, “asignaturas pendientes” trata de hacernos
reflexionar sobre algunos tipos de prácticas novedosas desde una perspectiva en
la que la educación y la cultura están altamente fundidas.
Dentro
de este texto encontramos algunas experiencias que aclaran las prácticas a las
que se refiere esta última sección de la que hablábamos anteriormente.
ALGO
MÁS QUE ESCUCHAR UNA VISITA. PROYECTO EDUCATIVO DE ARTIUM.
Este
proyecto nos invita a pensar el museo como un espacio para ser usado, para
pensar, dialogar, aprender, intercambiar impresiones, compartir experiencias y
disfrutar. ARTIUM es un museo de arte contemporáneo que se encuentra en el País
Vasco y que a través de programas da un nuevo sentido, o el sentido que debería
tener un museo. Acerca la creación contemporánea a los ciudadanos a través de
programas educativos que se adaptan a los interese y necesidades del público.
Utiliza una metodología basada en la participación, el diálogo, el descubrimiento,
la descripción y la discusión, se facilita tanto la comprensión como el
disfrute de la obra de arte. Intentan desde el museo proporcionar recursos para
aprender a desenvolverse, par a aprender a tomar decisiones, aprender a
respetar y comprender otras situaciones a parte de las propias. En definitiva,
entienden el museo como una infraestructura cultural, pero también educativa.
Sus programas y proyectos convergen tanto lo formal como lo no formal. Además
han elaborado proyectos que acojan a todo tipo d edades, por lo que todo el
mundo puede ser partícipe de estos proyectos.
ACCIÓN
PEDAGÓGICA DESDE UNA LIBRERÍA. LA EXPERIENCIA DE LA LIBRERÍA DIAGONAL.
Esta
librería de Segovia nace en 1985 como un lugar en el que vender libros. Gracias
a la afición de la librera por la literatura infantil, empieza a dedicar gran
parte de su espacio a este tipo de lecturas. Hoy día el 75% de su espacio está
dedicado a libros infantiles y juveniles. Lo curioso de esta librería, para
empezar es su distribución. Los libros se encuentran en estanterías bajas, para
hacer accesibles los libros a los propios niños. la colocación y separación de
éstos no se designa por la edad sino por temáticas o características como los
libros ilustrados (Cuéntame un cuento, Nuestras estrellas, Poesía, Nos gustan
ilustrados,…). Esto es así, puesto que consideran que cada niño tiene un ritmo
diferente de lectura y que la edad no condiciona el tipo de libro. Han hecho de
esta librería un espacio adaptado para los niños y su interés por la lectura.
Además han aprovechado este espacio para desarrollar actividades como
cuentacuentos, animación a la lectura, maletas voladoras,… con el objetivo de
fomentar la lectura y hacer partícipes a los niños de ella.
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