En esta entrada, referida a un texto
de Jean Claude, se nos presenta una primera pareja: actividad/acción. En él,
nos relata, en primer lugar, algunos ejemplos de casas de la cultura francesas
en las que personas pertenecientes a distintas clases sociales, comparten
trabajos manuales o deportivos. De igual manera, se citan ejemplos de
colectivos que han enfocado su tránsito cultural desde la marginalidad a la
expresión artística, tales como grupos de rap y rock, exposiciones de grafiti y
bailarines de “break dance”. Los grupos de jóvenes entre la marginalidad y la
delincuencia, encuentran en estas agrupaciones, un lugar de socialización y de
expansión cultural, así como un medio para dar una forma física a sus deseos de
triunfo y desahogo.
El único
problema visible de esta situación, es el “aprovechamiento” de las políticas y
el Estado para hacerse visibles apoyando este tipo de iniciativas, que vuelan
al estrellato con la misma facilidad con la que se desvanecen, haciendo que los
jóvenes que participan acaben actuando sólo en su barrio o barrios similares,
quedándose encerrados en estas situaciones de forma permanente. Esta
fragilidad, lleva a personas que se han considerado como “héroes locales”, a
trabajar como peones una vez que la espuma de la fama y la moda han desaparecido,
muchas veces motivado por la falta de apoyo y subvenciones para estos
colectivos más allá de su era “de moda”. Por otra parte, habla de los problemas
que suscitan el hecho de que esos jóvenes comiencen a comportarse como
“superestrellas”.
La
utilización del rap ha triunfado especialmente, ya que es un acercamiento a los
jóvenes del extrarradio a la cultura y el arte. El atractivo del estilo musical
es que no prima el ritmo o la instrumentación, sino que la importancia recae
sobre los textos, caracterizados por su protesta, contundencia y denuncia
social, que sirven de respiro psíquico a los jóvenes, sumergidos en realidades
relacionadas con la marginación o el consumo de drogas. Por eso, se busca
relacionarlos con el jazz o el blues, ya que son estilos musicales
caracterizados, precisamente, por su carácter histórico de protesta de los
sectores sociales más desfavorecidos.
Por lo dicho anteriormente, el autor resalta la importancia de no caer en la “democratización de la cultura”, al entender estas iniciativas como vías de expansión de estilos musicales como el rap, más que como un “blues” actual, que sirve de herramienta para extender la denuncia social y las situaciones desfavorecidas en forma de música. Muestra, así, como peligrosa la expansión de la necesidad de animadores con la finalidad de convertir en “comercial” lo “no comercial”, olvidando muchas veces, la función educativa de la labor de los animadores.
Así, en el foro organizado en 1993 en el IUT-B, el sociólogo Proust, analiza las diferencias entre los sociocultural y lo cultural, diciendo que lo primero hace referencia a lo socio-político, y lo segundo a los medios que acercan a los individuos a las obras y a los artistas. En este mismo foro, Roturier hace hincapié en que no necesitamos animadores generalistas, sino profesionales que integren las estructuras culturales, sociales y la educación, para públicos afectados.
Por lo dicho anteriormente, el autor resalta la importancia de no caer en la “democratización de la cultura”, al entender estas iniciativas como vías de expansión de estilos musicales como el rap, más que como un “blues” actual, que sirve de herramienta para extender la denuncia social y las situaciones desfavorecidas en forma de música. Muestra, así, como peligrosa la expansión de la necesidad de animadores con la finalidad de convertir en “comercial” lo “no comercial”, olvidando muchas veces, la función educativa de la labor de los animadores.
Así, en el foro organizado en 1993 en el IUT-B, el sociólogo Proust, analiza las diferencias entre los sociocultural y lo cultural, diciendo que lo primero hace referencia a lo socio-político, y lo segundo a los medios que acercan a los individuos a las obras y a los artistas. En este mismo foro, Roturier hace hincapié en que no necesitamos animadores generalistas, sino profesionales que integren las estructuras culturales, sociales y la educación, para públicos afectados.
Según el
OPA, en realidad se están llevando a cabo proyectos que responden al desarrollo
del tiempo libre. Así, según avance la sociedad y la situación económica, se
preveen tres futuros para este tiempo: individualismo y bienestar; convivencia
no solidaria; y convivencia solidaria. Así mismo, según la cantidad de tiempo
libre, ingresos, educación y valores, considera tres tipos de actividades:
actividades de tiempo libre de prestigio; las de tiempo libre del tiempo de
vivir; y las de tiempo libre de supervivencia.
Otra prueba
de la evolución hacia las actividades comerciales, son los folletos
publicitarios de la Educación Popular, que desean adaptarse a la exigencias del
mercado. Así, hace veinte años estos folletos se caracterizaban por su
contenido en textos sin imágenes y el uso del blanco y negro. Hoy en día,
incorporan imágenes a todo color de paisajes y eslóganes que alaban el
desarrollo personal, el exotismo, etc. Por lo que es posible apreciar la
evolución hacia la aculturación de estas actividades hacia el detrimento de la
acción educativa y social.
En el caso
de la “actividad”, el interés personal es dominante para el participante (su
aprendizaje, por ejemplo); sin embargo, en el caso de la “acción”, las
finalidades se refieren más al reconocimiento, el prestigio, el deseo de
prestar un servicio, la solidaridad… Es decir, que a través de la acción, la animación
es una práctica social voluntaria salpicada de actividades.
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