miércoles, 11 de abril de 2012

VERBO




La película dirigida por Eduardo Chapero-Jackson  en 2011, bajo el título “Verbo”,  nos cuenta la vida y la muerte de Sara, una adolescente encerrada en la prisión de su propia existencia. La falta de comprensión del mundo de los adultos, el abandono acelerado de la infancia, la incertidumbre de sentirse amada y el fracaso escolar en un grupo de iguales que no la entienden, se mezclan con la desesperanza de habitar una ciudad gris que poco a poco destruye todo lo que ella sintió un día como bonito. Sólo un artista de la calle (un grafitero  que se hace llamar “Líriko”), parece comprenderla y comunicarse con ella mediante mensajes en sus grafitis. Sin embargo, eso no es suficiente para Sara, que decide suicidarse. Sin embargo, la muerte no es un lugar como ella lo esperaba, sino que se encuentra en un lugar en el que todos y cada uno de sus habitantes (entre ellos, “Líriko”), mueven hilos invisibles a personas poco importantes para la sociedad en la que viven con una única finalidad: cambiar el mundo.

            Después de luchar contra sus propios miedos, Sara descubre que su verdadera arma es la palabra, por lo que adopta el pseudónimo “Verbo”. Justo en ese momento, descubre que todo lo vivido ha sido una fantasía, que ella aún no se ha suicidado y que, por lo tanto, sigue viva. Con una diferencia: conoce su fuerza. La palabra pacífica como paso intermedio para hacer del mundo un lugar mejor. Su frente de actuación comienza a ser su propio barrio, en el que hace pequeñas revueltas pacíficas con un mensaje en común: “Devolvednos la belleza”.

            Tras finalizar de ver la película, me paré a reflexionar en cada uno de los rasgos que podrían convertirla en una película relacionada directamente con la Educación Social. Voy a rechazar el hecho de que trate una temática de problemática social, ya que parecemos condenados a ver este tipo de películas únicamente. Me refiero, más bien, a cómo los personajes llevan a cabo tareas tales como la generación de contextos. El papel de “Líriko” en la primera parte del film no es otro que ese precisamente: poner y disponer en el contexto de Sara, distintos mensajes o acciones que la encaminen hacia un fin. La segunda mitad de la película, este mismo personaje hace un acompañamiento a Sara, en la que le muestra cómo debe actuar en cada situación de ese nuevo contexto en el que está viviendo.

            Al regreso de Sara al mundo de los vivos (convertida en “Verbo”), comienza a encaminar acciones que más se podrían considerar propias del animador sociocultural: fomentar el uso de los espacios públicos como un lugar de participación activa, un lugar de ciudadanía que todos debemos cuidar y en la que debes respetar y entender los modos de vida de las personas que no son como nosotros. En definitiva, busca crear una ciudad a la que se le devuelva la belleza.

            Ahora vivimos tiempos de incertidumbre. Tiempos en los que la velocidad de avance hacia un futuro incierto nos hace dar más valor a lo material que a lo humano. Momento en el que, por situaciones de diversa índole, tales como políticas y económicas, se vuelve a extender la xenofobia y el desprecio al diferente. Por favor, hoy más que nunca: “DEVOLVEDNOS LA BELLEZA”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario